Esperanza con buena dosis de incertidumbre sobrevuela el comienzo de este nuevo año, momento en el que la celebración de FITUR de forma presencial ha lanzado un mensaje inequívoco: el turismo sigue adelante, a pesar de la inquietante situación que atravesamos. Con la irrupción de la pandemia en nuestras vidas, han aparecido nuevas formas de viajar. Así, de forma circunstancial durante el pasado año hemos visto despuntar un turismo de proximidad que ha permitido conocer y disfrutar de lugares cercanos, incluso algunos nunca visitados y donde, según una encuesta reciente realizada por American Express, más de la mitad de los participantes tiene previsto realizar un turismo próximo o staycations de cara al 2022.
Asimismo, otro de los cambios que se ha producido derivado de la COVID -19, es una apuesta por una mayor responsabilidad y conciencia social; por ello, el término sostenibilidad está siendo clave, con viajeros que cada vez más se preocupan por la protección de los lugares que visitan, el respeto por las comunidades anfitrionas y su patrimonio cultural y natural. Una ola verde que trabaja por destinos sostenibles con ahorro energético, reducción de la huella de carbono, consumo de kilómetro 0…
Concretamente, un informe realizado por Booking reveló que el 60 % de los viajeros españoles tiende a escoger más los destinos eco-friendly. Donde además podemos hablar del slow travel, tendencia que apuesta por viajes que ayuden a desconectar, bajar el ritmo y disfrutar al máximo de las vacaciones. Y, sin duda, si la pandemia nos ha demostrado algo, es la importancia de la amistad, la familia y el bienestar personal. Por ello, las friendcations y las vacaciones en grupo para reencontrarnos con seres queridos se esperan en auge en 2022. De igual modo, se prevé un aumento muy considerable de las reuniones para las celebraciones de bodas con una alta reactivación del sector nupcial, debido a todos los atrasos acumulados por la alta incidencia de la pandemia en los dos años anteriores.
Después de vivir una pandemia durante casi dos años, esperamos a un modelo de viajero que demandará flexibilidad en las reservas, condiciones abiertas a posibles cancelaciones, cambios o reembolsos; aspectos muy importantes para estimular y generar confianza. Y en este apartado, resulta imposible no incluir la tendencia de viajes de negocios unidos al ocio; son los llamados workcation y bleisure. También el sector está velando por una simbiosis interesante en la que ya se venía trabajando desde antes de la pandemia: el acercamiento de los productos turísticos al público local, así como la eliminación de la barrera psicológica que existe, por ejemplo, de cara a que solo se puede acceder a un hotel si se está alojado en él.
Por ello, cada vez se crean nuevos espacios más abiertos, más flexibles y menos rígidos, donde un público local puede beneficiarse de experiencias gastronómicas, terrazas, zonas deportivas, espacios de wellness, mercados … y que, a su vez, permite a las empresas turísticas mejorar sus ingresos y rentabilizar sus instalaciones. Con todo, la pandemia no solo ha afectado a la economía, sino que también ha creado un nuevo turista, con diferentes necesidades y en constante búsqueda de experiencias únicas y a medida: un nuevo reto para el sector turístico que se esboza como una nueva oportunidad para evolucionar y ser aún mejor.
