Cuando parecía que la recuperación turística era firme, cuando la maquinaria económica canaria se preparaba para subir sus revoluciones, las sombras de la guerra en Ucrania vinieron para aplacar nuestros ánimos y hacer temblar nuestras esperanzas de mejoría.
No es que Canarias se vaya a ver muy resentida por los turistas rusos que dejaremos de recibir, en 2021, en España, sólo el 0,4% de los turistas fue ruso. Cierto es que durante un tiempo, particularmente Tenerife, que es la isla que tiene la “exclusiva” y recibe la práctica totalidad del turismo ruso, este cliente fue objeto del deseo de muchos hoteles, restaurantes y comercios, no tanto por el número, sino por su enorme poder adquisitivo y propensión a gastarlo en nuestro destino. Hasta hace unos días manteníamos incluso conectividad aérea directa con Rusia, con Aeroflot, además de las eventuales operaciones charter, operativa, que, lógicamente, ha quedado suspendida por el momento.
El tema de fondo, es que la inestabilidad, y desde luego más la que tiene que ver con un conflicto armado, provocará un incremento generalizado de precios y como no, de aquellos relacionados con los viajes, como es el encarecimiento del petróleo y de la energía en general; y nuestros clientes mas numerosos, ya se sabe, son muy sensibles a variaciones de precios. Sensibles también a la guerra, claro que si, máxime cuando muchos de los principales países emisores de nuestros clientes están tomando decisiones que van más allá de las sanciones económicas contra Rusia, tomando parte de manera más directa en el aporte de armamento a Ucrania, generando así un estado en ánimo que restará a una parte de la ciudadanía, el deseo de viajar.
Es cierto también, que entre tanta adversidad, España y Canarias en particular, por su ubicación y seguridad demostrada, pueden encontrar alguna oportunidad; podemos jugar la carta de ser un destino tranquilo, alejado de los países perimetrales al conflicto y que nos beneficie el que algunos competidores directos nuestros como Turquía, se vean perjudicados por la cercanía a Ucrania y su gran dependencia al turismo ruso.
Todos los indicadores nos decían que, a partir de Semana Santa, la fortaleza de la recuperación iba a ser absoluta; ahora, tenemos que estar atentos a los mencionados cambios en el comportamiento de la demanda, con un ojo puesto en los telediarios y el otro en los sistemas de reservas.
Y así llevamos prácticamente dos años de nuestras vidas, inmersos en un torbellino de noticias impensables, de acontecimientos imposibles, como si fuera de una película de terror se tratara, pero a la que asistimos en directo, como actores de la misma y no desde la comodidad de la butaca del cine, y tampoco comemos cotufas, sino que nos comemos la cabeza figurándonos que será lo siguiente y pensando si el título de la misma es el de “Las siete plagas de Egipto”… y es que la condenada película parece no querer terminar nunca.
Habrá que esperar y desear que este conflicto se resuelva, lo haga pronto y sea por la via diplomática.
Stop the war, please
Alberto Bernabé Teja
