24/04/2024

Mercado laboral
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Hace unos días me llamó la atención un artículo de prensa económica, en el que se trataba la necesidad de atracción de profesionales extranjeros para trabajar en Dinamarca, ya que la situación es tan preocupante que se habían comenzado a rechazar pedidos por no contar con trabajadores que afronten la realización de los mismos.

Si bien es preocupante y entiendo lo delicado del tema para ese país, no deja por ello de provocar envidia en estos españoles y canarios ojos, y matizo lo de «envidia», ya que si una estructura económica tiene unas tasas de desempleo tan bajas que faltan trabajadores en sectores de elevado valor añadido, y quedan por ello pedidos sin atender es lo contrario de lo que tradicionalmente ha sucedido, aquí en nuestra tierra, el desempleo ha llegado a ser estructural y el desajuste entre oferta y demanda de trabajo ha sido prácticamente constante.

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Las temáticas laborales han estado siempre en el candelero, y ello es normal debido a que nuestras sociedades y vidas giran y dependen en gran medida del empleo, pero últimamente más aún, por fenómenos como el iniciado durante la pandemia en EEUU y conocido como «la gran renuncia», y que como su nombre indica ha llevado a millones de norteamericanos a abandonar sus empleos, o bien para buscar otros con mejores condiciones, o bien para emprender.

Y ahora una vez nombradas estas situaciones de tres lugares diferentes: Dinamarca, España y EEUU, vamos a relacionarlas de manera que se pueda aportar algo.

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Dinamarca cuenta con una tasa de paro entorno al 4%, muchísimas ofertas de empleo en una estructura económica industrializada y altamente digitalizada en la que las exportaciones tienen un gran peso. A esto se le suma un mercado de trabajo poco rígido (si bien de este país es originario el concepto de flexiseguridad) con elevados salarios, y una legislación que aporta flexibilidad tanto a la entrada como a la salida del mercado laboral, pero que sobre todo cuando vinieran mal dadas y haya alguna crisis, los ajustes con esta legislación y base económica no son en cantidades de empleo y por ello no hay despidos masivos, si bien se ajusta por el lado de los precios, y por ello horas y salarios se van adaptando a la coyuntura de cada momento.

De EEUU ya sabemos de su ausencia de rigideces, sus datos de ocupación desde hace años son récord, potencia económica mun- dial en muchos y variados sectores. Mayor movilidad de empleados, pocas o nulas trabas para emprender y unos datos de empleo que han generado tal seguridad en la población, que han hecho posible que tantos americanos dejen sus empleos con la certeza de que conseguirían uno mejor en poco espacio de tiempo. Y es que se ha llegado a hablar de que por cada profesional habría cuatro vacantes de empleo, y con ese dato cualquiera no sentiría seguridad.

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De España se pasa de puntillas por este tema, ya que aunque la pandemia haya generado el mismo efecto en un danés, americano o español, puesto que estamos formados todos de las misma materia y encima compartimos valores occidentales los tres, sabemos de sobra que no tenemos ni las estructuras económicas de esos dos países, ni sus tasas de paro, y encima hay unas diferencias norte-sur en nuestro país que son abismales. Y es que Extremadura, Andalucía, Murcia y Canarias tienen los datos socioeconómicos más bajos de todo nuestro país, comenzando por los educativos o las tasas de paro, y acabando por la renta disponible. Regiones del sur altamente dependientes del sector servicios y casi nada industrializadas, con lo que ello genera, y un norte con estructuras industrializadas que por ende generan productos de mayor valor añadido, más exportaciones con balanzas de pago sin déficits y datos económicos y sociales muy lejos de los nuestros en el sur.

Y ahora hablemos de nuestra querida tierra Canaria, tan dependiente del exterior para casi todo, y que tanto ha crecido y se ha desarrollado gracias al turismo, esta tierra tiene 4 islas intensivas en generación de empleo turístico, y de arrastre de sectores auxiliares que abastecen y hacen posible el turismo, por lo que si este sector se para, el empleo y la generación de ingresos caen en picado. El turismo no cuenta por varios factores con salarios altos, tiene unas peculiaridades que hace que muchas personas lo hayan abandonado si han podido, y no piensan volver a el, la pandemia hizo que muchos nacionales de otros países de la UE volvieran a su tierra ante la falta de perspectivas laborales en Canarias, y bien o no han vuelto todavía o nunca lo harán, y esto sumado al alto número de jubilaciones que habrá en las próximas décadas, más una pirámide poblacional invertida con más personas mayores que jóvenes, están provocando escasez de mano de obra cualificada en el sector, siendo cada vez más difícil atraer personal a la empresa turística, por lo que paradójicamente a pesar de nuestros elevados datos de paro, contamos con vacantes laborales que o no se cubren o se cubren mal.

¿Podemos hablar de una gran renuncia aunque sea temporal en el sector turístico?. ¿Qué podemos hacer para que la hotelería en particular sea más atractiva?. Y la verdad, que envidia dan esos países con exceso de pedidos y empleo, o con esos mercados laborales tan dinámicos y «flexiseguros».

Ojalá algún día una Canarias con esos «problemas».

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