27/04/2024

Todo parece imposible hasta que se hace
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Parece que fue ayer cuando empecé en esta aventura del mundo empresarial. No se crean que era un plan estudiado con detenimiento para convertirme en lo que soy hoy, fue inesperado en un momento en el que no encajaba ninguna pieza del puzle.

Ahí, en medio del caos, empecé un camino apasionante, lleno de días tristes y alegres que han tenido como consecuencia muchos aprendizajes, muchas vivencias y una amplitud de miras que no habría tenido si no me hubiese adentrado en este cuento que, más que de hadas, se parece más a la istriónica película de Guillermo del Toro, El Laberinto del Fauno.

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Me tocaba sentarme a escribir este artículo para Tribuna de Canarias y hoy, donde aún corren ríos de purpurina, quería hacer algunas reflexiones de lo que se esconde tras el disfraz de los que nos dedicamos al mundo empresa.

El caballero de la armadura oxidada. Primera etapa

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Este libro, que es muy recomendable, lo leí en mi etapa del colegio. En aquel momento no sabía muy bien de qué trataba más allá de entender que el susodicho caballero estaba inmerso en mil batallas, rescatando a princesas y liberando al mundo de los malévolos dragones.

Al tener tantas aventuras, el caballero prefería dejarse la armadura puesta que quitársela. Nunca sabía cuándo tenía que salir a la siguiente misión. Su familia, con el paso del tiempo, se olvidó de su cara, pues el yelmo la cubría constantemente y el frío del invierno hizo que se oxidara.

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Un día, el caballero se percató de que no podía moverse con libertad, la armadura que estaba dura como una estaca, no giraba en ninguna dirección, el óxido la había fortificado del todo y el caballero entendió que no era posible librar batallas en aquellas condiciones.

Al principio, nos entregamos en cuerpo y alma a nuestros proyectos. Nos dejamos la vida en ello y nos olvidamos de todo lo demás. Nos podemos el traje de empresarios y no somos capaces de vislumbrar otra cosa que no sea una reunión, un mail o un cliente. A veces, sin darnos cuenta, nos convertimos en el caballero de la armadura oxidada.

Una cuestión de Descartes

Pero llega una segunda etapa, si es que llega, y en esta nos ponemos a filosofar sobre si fue o no buena idea adentrarnos en este mundo que, tan difícil te o pone.

Si somos capaces de pasar el agobio y abrazar la incertidumbre, comienza una segunda etapa, más vertiginosa, pero sin duda, más bonita.

Se te abre la mente y, pasas horas y horas dilucidando sobre tu proyecto. Haciendo reflexiones profundas como, quien soy, seré capaz o no, me gusta lo que hago, podré crecer y convertirme en un proyecto empresarial estable. No es cosa menor esto que cuento, ya que, en estos días, escuchando a Lorenzo Amor, representante de los autónomos de nuestro país, alucinaba cuando decía que mucho más de un cincuenta por ciento de sus representados, las personas autónomas, no eran capaces de tener un rendimiento que alcanzase la friolera cantidad del sueldo mínimo interprofesional. Asusta y, en mi caso particular, siento una tremenda tristeza.

Un ejercicio de fe, ilusión intacta y un proyecto que te apasione, son los ingredientes base para llegar a esa segunda fase empresarial, donde podríamos usar la famosa frase del filósofo francés René Descartes. En esta etapa el eslogan más representativo sería, según mi criterio, “pienso, luego existo”.

La Comunidad del Anillo

¿Recuerdan cómo irrumpió en nuestras vidas aquellas películas fantasiosas del afamado Tolkien? Parece un chiste de Arévalo si lo piensas bien. Dice que va un enano, un elfo, un hombre y un mago… pero de broma no tiene nada.

El mundo está lleno de personas que no piensan como tú, que tienen, como digo en casi todas mis charlas, su mapa mental diferenciado, y esto que te cuento, tanto si eres un experto en el mundo empresa, como si estás empezando, te ayudará a entender que, la mayor parte de los conflictos y las diferencias que tenemos en nuestras vidas suelen ser por no entender la enorme diversidad que existe.

Yo, cuando alcancé una etapa más madura en mis empresas y comprendí esto, también me di cuenta de que la soledad empresarial es la crónica de una muerte anunciada. Comprendí que es necesario hacer piña con gente que entienda tus heridas y que comparta tus valores, esto último fundamental para sobrevivir. Ya decía Gandalf, que quien rompe algo para averiguar qué es, abandona el mundo de la sabiduría y hay gente que le gusta mucho eso de romper. También decía Gimli, que infiel es el que se despide cuando el camino se oscurece, y de estos me encontrado también algunos personajes, sobre todo en jóvenes empresarios, y no precisamente de estas películas.

También hay mucha gente bonita, como aquellas personas de las que te hablé en mi artículo “Los Leales” para este mismo medio. Que, aunque no tengo tus pensamientos, te ayuda en el propósito. Esa gente debe estar cerca y debes de conocerla y cuidarla porque… compañeros y compañeras, son las que cargarán contigo el anillo de Sauron, y te ayudarán destruir el mal. Te dirán como Sam le dijo a Frodo “Incluso las tinieblas deben pasar. Un nuevo día vendrá. Y cuando el sol brille, brillará más claro. Esas fueron las historias que se quedaron contigo, que significaron algo, incluso si eras demasiado pequeño para entender por qué”.

Estas personas serán por siempre, tu comunidad del anillo.

Charla TEDx o Mario Alonso Puig y otras tantas cosas

No se crean, aún me siento un malabarista de mis emociones y hay días que, el síndrome del impostor me invade y pienso que yo no sirvo para esto.

Por eso echo la vista atrás y hago un repaso de las tantas y tantas cosas que he conseguido y que me dan hasta ganas de llorar.

Quien me iba a decir a mí, aquel niño con sueños de gigante, que iba a llegar a donde estoy hoy, siempre con humildad y sabiendo que me queda un mundo entero por recorrer. Confieso que verme aprendiendo de gente increíble, y compartiendo momentos que no quiero olvidar jamás, me siento muy afortunado.

El camino ha sido largo, duro, lleno de baches y de noches donde la tristeza el insomnio han sido los predecesores de auténticos ataques de pánico y de otras tantas cosas que ya ni puedo ni debo contar.

Lo más importante es que, aún habiendo pasado penurias, miro atrás y, con una enorme sonrisa de oreja a oreja pienso… ha valido la pena.

Quién me lo iba a decir a mí. Hoy soy un ponente de TEDx, cualquiera podía creer que ahí había tocado techo, pero lo cierto es que he sumado otra experiencia inolvidable a mi andadura, compartir espacio con el maestro de maestros, Mario Alonso Puig.

Estoy cumpliendo mi último ciclo en AJE, pero también siento que lo conseguido es impresionante y me lo llevaré en mi corazón, no para que nadie me recuerde, sino para hacerme mayor pensando que trabajé por lo que soñaba, por lo que me hacía sentir paz.

Es difícil, no les voy a mentir, porque nadie daba, ni yo mismo, un duro por mis sueños y esto a ustedes también les pasará.

Ya acabo, no sin antes pedirte que no decaigas, que te armes de valor y trabajes con ilusión, con mucha cabeza y una buena comunidad por aquello que pienses que pueda mejorar el mundo, aún cuando te digan que no es posible porque … como decía mi admirado Nelson Mandela, todo es imposible hasta que se hace.

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