25/04/2024

Transparencia, pasión y generosidad
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Hace unos días me tomaba un café con uno de los asociados de AJE Canarias donde, cómo no puede ser de otra manera, filosofábamos sobre el futuro de nuestras islas y donde debatíamos sobre el papel y relevancia de las organizaciones empresariales en el momento que estamos viviendo.

No llevo demasiado en ellas, pero sin duda el recorrido ha sido intenso y aleccionador en muchos casos. Las organizaciones, de cualquier tipo, son la suma de ideas y pensamientos distintos que tienen un mismo propósito, y en este caso, nos olvidamos de la parte uno de la ecuación. Digo nos olvidamos, porque a mí también me pasa, que me subo en el tiovivo de las empresas y creemos que todo el mundo está siempre en nuestra misma frecuencia. Qué equivocados estamos.

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No son tiempos halagüeños para ser empresario o empresaria en nuestro país. Percibimos un dedo acusador constante y una falta generalizada de conocimiento popular sobre el funcionamiento de las empresas. Estos factores, llevan a la sociedad en general a sumarse al mantra de las acusaciones infundadas de quienes, en ocasiones, no tienen criterio ni ideas originales que mejoren la vida de la gente y, por lo tanto, necesitan un culpable que les evite asumir su propia responsabilidad sobre el fracaso.

Podría parecer una queja, pero es tan solo una apreciación objetiva de lo que estamos viviendo y nos contamos entre cafés, risas y algún llanto privado, la comunidad que tengo el honor de presidir. Y es aquí donde empieza el debate, ¿somos las organizaciones empresariales necesarias? ¿Estamos trabajando en la dirección adecuada? ¿Por qué no estamos ilusionando a la mayor parte del colectivo para atraerles? Son preguntas que lanzo al aire para su reflexión, aunque yo les daré mi modesta opinión.

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Organizaciones empresariales eficientes y transparentes

No cabe duda de que, si ya nos está suponiendo un grave problema que nos entiendan, sin organizaciones empresariales, la catástrofe llegaría en masa a toda la sociedad. Sin ese conocimiento de cómo funcionan las compañías, en poco tiempo acabaríamos con el estado del bienestar y con el modelo de vida que conocemos hoy en día. Por lo tanto, que existan organizaciones empresariales que representen y visibilicen las distintas realidades, no es una buena idea, es una imperiosa necesidad.

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La cuestión que tenemos que preguntarnos sin prejuicios es si estamos siendo eficientes. Si estamos aportando el valor que la sociedad necesita y si nuestro compromiso es tan alto como requiere las circunstancias tan adversas que está viviendo el planeta y en especial Europa.

Yo no soy una muestra fiable porque AJE es tan sólo una parte pequeña de todo el movimiento. Pero si el patrón se repite en otras patronales, ¿Cuántas de las personas que componen las asociaciones participan de manera activa en las mismas? Ya no les hablo en cargos de responsabilidad, proponiendo iniciativas o colaborando en proyectos. Hablo de cosas tan sencillas como responder a una simple encuesta o conectarse a una videollamada…tenemos que hacer una reflexión profunda de “para qué” existimos, y por qué debemos de participar de manera activa.

Participar nos permite ser eficientes a la hora de defender nuestras necesidades, nuestros problemas reales. Sin la participación transparente y masiva los empresarios y empresarias en general, el impacto de nuestras organizaciones queda, en muchos casos, mermado.

Hacerlo con pasión

Si aprecio una similitud entre las personas que más admiro dentro de las asociaciones empresariales, es la pasión por mejorar las cosas.

Con diferentes estilos e ideas, pues no olvidemos la ecuación que les he presentado al principio, ser apasionado es algo que sin duda convierte a los representantes empresariales en verdaderos referentes sociales.

Esto tiene sentido ya que ser empresario es defender una idea que mejore algo con pasión, a veces incluso en contra de la opinión de los gestores que le rodean. Recuerdo cuando abrí mi empresa de formación, alejada de lo tradicional, lo mucho que me dijeron que no tendría futuro y aquí sigo, visualizando como me gustaría cambiar la formación tradicional que, como siempre digo, está hecha para un mundo que ya no existe.

Veo fatiga generalizada y no hablo de la juventud empresaria, hablo de la comunidad empresarial a la que tengo acceso. Un cansancio que nos está distanciando de los objetivos marcados, que nos llevan en ocasiones a movernos por impulsos y que nos tiene desmotivados, y esta puede ser la respuesta a por qué no estamos siendo tractores de las voluntades en las organizaciones.

La fatiga propia y la de nuestro colectivo nos están haciendo mella, pero estoy convencido de que le podemos dar la vuelta a esto, solo tenemos que encontrar el interruptor emocional que active la pasión y volveremos a construir juntos el camino.

Para mí, ser empresario significa tener una responsabilidad muy grande, superior a cualquiera que haya tenido en mi vida. Esto no son palabras vacuas, familias que dependen de tus decisiones, proyectos que necesitan de tu creatividad, proveedores que les va mejor si te va mejor y todo ello sin la posibilidad de preguntarle a un jefe si lo estás haciendo bien. Menuda presión.

Cuando las decisiones que tomas dan sus frutos, te sientes el ser más feliz del mundo. Pero cuando por el contrario las cosas no van como esperas, la frustración es enorme porque las consecuencias pueden ser catas- tróficas. Lo digo porque lo sé, lo he vivido.

Todo esto vale la pena porque, cuando crees en algo de verdad, la dopamina que recorre tu cuerpo es impresionante. Ser empresario no es un juego, aunque nos divierta. Es una contribución a la vida de otros y a la nuestra propia y no seríamos capaces de serlo si no lo hacemos con pasión.

La generosidad como guinda de los valores

Son muchas en las organizaciones en las que estoy colaborando. Además de la presidencia de AJE, estoy participando como miembro del Comité Ejecutivo de CEOE Tenerife, una decisión que he madurado mucho debido a los últimos acontecimientos vividos en nuestra provincia. La decisión vino dada tras una reflexión que ha marcado mi trayectoria, si queremos mejorar las cosas, tendremos que trabajar participando con mucha generosidad.

Quiero contribuir, pensando en el bien común, meditando como mejorar el tejido empresarial con el acento de la juventud empresaria impregnado. Es así como quiero recordar mi etapa, y digo bien, recordar porque no espero que nadie me recuerde. Sin embargo, sí me gustaría ver a las siguientes generaciones dentro de los espacios de representación. Es pronto para decirlo, pero esta generosidad y cariño con la que estamos trabajando, espero que también la perciba la Confederación Canaria de Empresarios y nos dejen ayudar, desde nuestra humilde posición, a construir un proyecto de Canarias común.

No puedo acabar este artículo sin hablarles de la increíble organización nacional que representa a la juventud empresaria, CEAJE. En el tiempo que llevo desempeñando mis responsabilidades como Secretario de Comunicación, he aprendido el valor de lo humano, de las personas, de lo sencillo. Sin duda, la posición de nuestra organización es compleja debido a las diferentes realidades y sentimientos, pero eso nos hace mejores, mejores líderes y, sobre todo, mejores personas.

Confieso que hace muy poco que aprobamos en Comité Ejecutivo Nacional nuestro Plan Estratégico. Un plan que me inspira y esperanza a pensar que vamos por el buen camino.

Una radiografía detallada con un buen plan de acción y sobre todo un documento consistente que nos permitirá tener una organización robusta a futuro, que más se puede pedir.

Hoy les voy a destacar las tres palabras que más me han gustado de nuestro plan. La elección de los valores que representan a la juventud empresaria de España. Seguro que te haces una idea, nuestros valores son Transparencia, pasión y generosidad.

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